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EL ACTUAL CEMENTERIO DE ALMORADÍ

Todos los Santos 2013
Foto de Antonio López
El 15 de marzo de 1911 se decide iniciar  “... el estudio de un nuevo emplazamiento para el cementerio, dado que era insuficiente el que existía en el camino del río debido al crecimiento de la población.
Pero esto no es lo mas grave, y es que el cementerio se encuentra a escasos ochenta metros de la población,  rodeado de viviendas y sus tierras se encuentran saturadas de sustancias orgánicas que dificultan la descomposición  cadavérica.”

El asunto se consideró de gran importancia, ya que era necesario clausurar el existente por la amenaza contra la salud pública y se comenzó a estudiar un nuevo emplazamiento que cumpliese con toda la legislación, algo que realmente resultó un verdadero quebradero de cabeza.

Se necesitaba una distancia mínima de quinientos metros de cualquier casa o vecindario, y dado que entonces nuestra población se encontraba muy diseminada por la huerta, no resultaba nada fácil. El otro gran problema era el espacio necesario y  la previsión de capacidad para, al menos, los siguientes veinte años sin necesidad de remover restos mortales. 
Se hizo un concienzudo estudio para el cálculo, y para ello se acreditó el total de cadáveres enterrados en los  últimos diez años.  
Salve de difuntos 2013
Foto de Antonio López
Respecto al emplazamiento, se consideraba obligatorio situarlo en el sentido Sur, la misma dirección del existente, ya que era la orientación contraria a los vientos reinantes. Se creó una comisión formada, entre otros, por los médicos y farmacéuticos locales, que en varias ocasiones se desplazaron buscando el lugar que cumpliese con la normativa respecto a la distancia y superficie, y solo un sitio cumplía todos los requisitos. El lugar formaba parte de la hacienda de “Las Bóvedas” entre los olivares llamados del cementerio y la cañaica, en la partida del Raiguero, a tres kilómetros del casco urbano y a más de 500 metros de las viviendas más cercanas.

Para su construcción se compraron unas siete tahúllas que costaron mil doscientas cincuenta pesetas (7,50€) a doña María y Teresa González propietarias entonces de la hacienda de Las Bóvedas.
Finalmente, el día 29 de julio de 1920, se procedía a la bendición del nuevo cementerio y a la clausura del antiguo. 
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